El primer antichavista del mundo. Por Fausto Masó
El Nacional
Antes que Chávez
fuera Chávez, cuando era un oscuro oficial, el primer antichavista del
mundo no dejó en pie ninguna de sus ideas. Como no lo leyeron, Chávez
llegó al poder.
Se llamaba Carlos
Rangel, se pegó un balazo varios años antes del golpe del 4 de febrero.
Carlos Rangel fue el único intelectual que creyó que la democracia
venezolana era digna de ser defendida, a contrapartida de un Uslar
Pietri, por ejemplo.
Carlos Rangel refutó
al chavismo antes de que existiera. En la UCV quemaron sus libros, lo
agredieron físicamente a él y a su esposa Sofía Imber.
Carlos Rangel afirmaba:
“Esto no es el
paraíso, pero tampoco es el infierno. Esto es un país cuyo progreso se
acerca bastante al máximo posible. Pero la mentira que sí se dice todos
los días, que todo es malo en este país y que es preciso destruirlo todo
para construir algo que valga, es lo que tratamos de refutar nosotros
día a día”.
El discurso de Chávez
usa el mito del buen salvaje, la imagen de un país víctima de
extranjeros malvados, primero, de los españoles; más tarde, los
norteamericanos. Carlos Rangel escribió: “Todo comienza con el rechazo
de todo lo español, la pretensión descabellada de que nada le debemos a
España, de que fuimos invadidos por España en 1492, y de que 300 años
más tarde cuando expulsamos a los españoles volvimos a ser los indios
americanos precolombinos. En México se llega al extremo de que en todo
el país no hay ni un monumento a Hernán Cortés. Ellos sostienen
seriamente que ellos expulsaron al invasor español hacia 1820, no tengo
la fecha exacta en la memoria, con el agravante de que México o Nueva
España, como se llamaba, fue una de las provincias españolas en América
más fiel, que allí los criollos no tenían ganas de romper con España,
tampoco el Perú. En México, consumada la ruptura y ya en evidencia esta
mitología, sostienen haber expulsado al invasor español, Cortés es un
canalla en los murales de Diego Rivera, y Colón es el hombre que, por
desgracia para México, vino en esas fatídicas carabelas a estropear el
Nuevo Mundo, el viejo mundo americano, el mundo precolombino, el mundo
del buen salvaje”.
“El mito del buen
salvaje lo creó Occidente, y ha conquistado el mundo, una civilización
revolucionaria, porque antes de pensar los hombres que el buen salvaje
existía, en lugar de ser un vago mito, aceptaban, menos mal, los malos
gobiernos, que son todos, pero desde que se piensa que es posible un
gobierno perfecto y una sociedad perfecta, los hombres nos hemos hecho
más impacientes con los gobiernos que tenemos. Entonces se produce la
primera revolución moderna, que es la Revolución norteamericana, y las
provincias españolas de América, removidas por ese hecho, se ponen a
jugar a la independencia, yo digo a jugar a la independencia porque es
lo que creían ellos que estaban haciendo; es cierto que oligarquías
criollas sienten que, tal como los criollos norteamericanos, estos
descendientes de ingleses, ellos podrían sustituir sin demasiada pena,
ni demasiados problemas, ni demasiada sangre, ni demasiada violencia y
sin destruir nada, desde luego, al gobierno colonial español por
gobiernos locales. Eran los primeros nacionalistas, los primeros
dirigentes de una sociedad que querían ser ellos mismos quienes ocuparan
los primeros puestos, y no los enviados de la península. Lo que ocurrió
fue bien diferente, fue una guerra terrible que duró 15 años y donde
Hispanoamérica quedó casi destruida. En esa guerra se declararon
aquellos hombres herederos, descendientes y vengadores de los incas, de
los aztecas, los otros imperios indígenas que habían sido conquistados
por España, y luego se declararon, por lo mismo, ajenos y enemigos de
todo lo español. Posteriormente, América española entra en una etapa de
seguir imitando a Estados Unidos, y digo seguir imitando porque el
movimiento de emancipación fue una imitación del movimiento de
emancipación norteamericano, mucho más que el francés, que es otra de
las mentiras que dicen, como hoy en día los norteamericanos ya no son
populares ni simpáticos, ya nadie quiere admitir que se les deba nada.
“En Venezuela nadie
recuerda que se quiso declarar la Independencia el 4 de julio de 1811,
en el aniversario de la Declaración de Independencia norteamericana.
Como no se pudo ese día, se declaró el 5. Las constituciones de la
América española están calcadas de las estructuras políticas
norteamericanas”.
El libro lo tituló Carlos Rangel: Del buen salvaje al buen revolucionario.
Los latinoamericanos
se presentaron como los descendientes del “buen salvaje”, de esos indios
supuestamente “virtuosos, bondadosos, pacíficos, felices, que vivían en
sociedades justas...”. ¡Pura mentira! Se inventó que había millones de
indios. 100 millones-150 millones, o 200 millones... Todo examen
científico de este problema concluye que no había más de 10 millones o
15 millones de habitantes en el hemisferio. Tenochtitlán, de acuerdo con
cualquier análisis medianamente científico, no tuvo más de 20.000 o
30.000 habitantes.
Aunque Rangel fuera
de los pocos intelectuales venezolanos que defendiese a los exilados
cubanos y condenase la dictadura cubana, reconoció la estatura política
de Fidel Castro. Después del Libertador era el primer latinoamericano
que había trazado una política de alcance mundial. Según Rangel, el
complejo de inferioridad que sienten los líderes latinoamericanos hacia
Castro los colocaba en una posición ridícula. Admiraban en silencio su
desafío a Estados Unidos sin imitarlo.
Carlos Rangel fue el primer antichavista del mundo. No lo leyeron, no lo leen. Así nos va.
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