Brillante
discurso de Iair Lapid en Alemania, actual Ministro de Finanzas de Israel
Nov 3, 2014 Entrada Por
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El Holocausto hace que
nos preguntemos todos a nosotros mismos, la misma pregunta: ¿Qué habría
hecho yo?
¿Qué habría hecho yo-judío
– si estuviese en Berlín en 1933, cuando Hitler llegó al poder?¿Habría
escapado? ¿Habría vendido mi casa, habría vendido mi negocio? ¿Habría sacado
a mis hijos de la escuela en el medio del año lectivo? ¿O me habría dicho
a mí mismo?: esto pasará, es simplemente una locura momentánea, Hitler
dice todas estas cosas porque es un político que desee ser electo. Sí,
él es antisemita, pero ¿quién no lo es? Hemos pasado por cosas peores.
Es mejor esperar, agachar la cabeza. Esto también pasará.
¿Qué hubiera hecho yo, si
yo fuese un alemán en Berlín el 18 de octubre de 1941, cuando el primer
tren salió de esta plataforma, en dirección al Este, llevando 1.013 Judíos-niños,
mujeres, ancianos -todos destinados a la muerte?
Yo no pregunto qué habría
hecho si yo hubiese sido un nazi, pero… ¿Qué habría hecho yo si hubiese
sido un simple alemán, honesto, a la espera de su tren diario aquí en esta
estación? Un ciudadano alemán de la misma edad que yo tengo ahora, con
tres hijos como los míos; un hombre que hubiese educado a sus hijos con
los valores de la decencia humana básica y del derecho a la vida, y al
respeto. ¿Habría permanecido en silencio? ¿Habría protestado? ¿Habría sido
uno de los pocos berlineses en unirse a la clandestinidad anti nazi, o
hubiese sido uno de los muchos berlineses que siguieron adelante con su
vida fingiendo que no pasaba nada?
¿Y si yo hubiese sido uno
de los 1.013 Judíos en ese tren? ¿Me habría subido al tren? Habría tratado
de ayudar a escabullirse a mi hija de 18 años de edad a los bosques del
norte? Le habría sugerido a mis dos hijos luchar hasta el final? ¿Habría
dejado caer mi maleta y empezado a correr? O habría atacado a los guardias
de uniformes negros y deseado una muerte rápida y honorable en lugar de
morir lentamente de hambre y bajo tortura?
Creo que sé la respuesta. Creo que
tú también la sabes.
Ninguno de los 1.013 judíos
que partieron hacia sus muertes luchó contra los guardias. Ni ellos ni
las decenas de miles que los siguieron desde este lugar. Tampoco lo hizo
mi abuelo, Bela Lampel, cuando un soldado alemán lo llevó de su casa a
altas horas de la noche el 18 de marzo de 1944. ”Bitte” (por favor),
dijo su madre -mi bisabuela Hermine- al soldado alemán. Poco a poco se
puso de rodillas y se abrazó a las botas del soldado.”Bitte”, no se olvide
que usted también tiene una madre. El soldado no dijo una palabra. No sabía
que desde la cama, escondiéndose bajo el diván, mi padre lo estaba mirando.
Un niño judío de 13 años que en esa noche se convirtió en un hombre.
¿Por qué no pelearon?
Esa es la pregunta que me persigue. Esa es la pregunta con la que el pueblo
judío ha estado luchando desde que partió el último tren hacia Auschwitz.
Y la respuesta -la única respuesta- es que no creían en la totalidad
del MAL. Sabían, por supuesto, de que había gente mala en el mundo,
pero ellos no creían en la existencia de un mal total, un MAL organizado,
sin piedad ni titubeos, un MAL frío que los miraba, pero no los miraba
ni por un instante, como humanos.
Para sus asesinos, ellos
no eran personas. No eran madres o padres. No eran hijos de alguien. Para
sus asesinos, ellos nunca celebraban el nacimiento de un niño, nunca se
enamoraban, nunca sacaban a su viejo perro a pasear a las dos de la mañana,
o reían hasta llorar con la última comedia de Max Ehrlich.
Eso es lo que necesitas para
matar a otro hombre. Para estar convencido de que aquel no es en absoluto
un hombre. Cuando los asesinos miraban a las personas que partían de esta
plataforma en su viaje final, no veían a padres judíos, sólo a judíos.
No eran poetas judíos o músicos judíos, sólo judíos. No eran Sres. Braun
o Sras. Schwartz, sólo Judíos.
La destrucción comienza
con la destrucción de la identidad. No es de extrañar que lo primero
que les hacían, al llegar a Auschwitz, fuera tatuarles un número en su
brazo. Es difícil matar a Rebecca Grunwald, una hermosa joven con cabellos
rubios de 18 años de edad, pero al Judío número 7762A es muy fácil asesinarlo.
Aun así se trataba de la misma persona.
Setenta y cinco años después,
¿Sabemos más? ¿Comprendemos más?
El Holocausto puso delante
de Israel un doble desafío: por un lado se nos enseñó que tenemos que sobrevivir
a cualquier precio, y ser capaces de defendernos a cualquier precio. Trenes
de carga con judíos nunca más volverán a salir desde ninguna plataforma
del mundo. La seguridad del Estado de Israel y sus ciudadanos deberá estar,
por siempre, en nuestras manos únicamente. Tenemos amigos, y estoy
aquí parado justamente entre amigos. La nueva Alemania ha demostrado su
amistad para con Israel una y otra vez, pero no debemos, y no podemos,
entregarnos a nadie más que a nosotros mismos.
Por otra parte, el Holocausto
nos enseñó que no importa bajo qué circunstancias, debemos permanecer siempre
como personas morales. Lamoralidad humana no se juzga cuando todo esta
OK, se juzga por nuestra capacidad de poder ver el sufrimiento del otro,
aun en los casos cuando tenemos todas las razones para ver sólo el nuestro.
El Holocausto no se puede
comparar –y no debe ser comparado- a ningún otro evento en la historia
humana. Fue – en palabras del autor K.Zetnik, sobreviviente de Auschwitz
– “otro planeta”. No hay que comparar, pero si debemos siempre recordar
lo que aprendimos.
Una guerra como la que luchamos
hoy, que parece probable que continúe, y que el mundo civilizado
–lo quiera o no– estará involucrado, hace que las dos lecciones que aprendimos
del Holocausto estén enfrentadas.
La necesidad de sobrevivir
nos enseña a golpear fuerte para defendernos. La necesidad de permanecer
morales, aun cuando las circunstancias sean inmorales, nos enseña a minimizar
el sufrimiento humano tanto como sea posible.
Nuestra prueba moral no se
lleva a cabo en un laboratorio esterilizado, ni sobre una página de algún
filósofo. En las últimas semanas, nos hemos visto frente a la prueba moral
bajo intensos combates. Miles de cohetes fueron disparados contra nuestros
ciudadanos y terroristas armados cavaron túneles próximos a nuestros jardines
de infantes con el objetivo de matar o secuestrar a nuestros hijos.
Cualquier persona que nos
critique debería preguntarse:”¿Qué harías si viniera alguien a la escuela
de tu hijo con una pistola en la mano y comenzara a disparar?”
Hamas, a diferencia de
nosotros, quiere matar judíos. Hombres, mujeres, jóvenes o viejos, soldados
o civiles. No ven ninguna diferencia, porque para ellos no somos personas.
Somos judíos y eso es razón suficiente para asesinarnos.
Nuestra prueba moral,
incluso en estas circunstancias, es continuar pero distinguiendo entre
enemigos e inocentes. Cada vez que un niño muere en Gaza, me rompe el corazón.
Ellos no son Hamas, no son el enemigo, son sólo niños.
Por eso, Israel es el primer
país en la historia militar que informa a su enemigo de antemano dónde
y cuándo va a atacar, a fin de evitar víctimas civiles. Israel es el único
país que transfiere alimentos y medicamentos a su enemigo, mientras que
la lucha continúa. Israel es el único país donde los pilotos abortan su
misión porque ven civiles sobre el terreno. Y a pesar de todo, niños mueren,
y los niños no deberían morir.
Aquí en Europa, y en otras
partes del mundo, las personas están cómodamente sentadas en sus hogares,
viendo el noticiero de la noche, y nos dicen que estamos fallando en la
prueba. ¿Por qué? Debido a que en Gaza la gente sufre más. Ellos no
entienden-o no quieren entender, que el sufrimiento de Gaza es la principal
herramienta del MAL .Cuando les explicamos, una y otra vez, que
Hamas utiliza a los niños de Gaza como escudos humanos, que Hamas los coloca
intencionalmente en la línea de fuego, para asegurarse de que mueran, que
Hamas sacrifica la vida de los jóvenes para ganar su guerra de propaganda,
la gente se niega a creerlo.
¿Por qué? Porque no pueden
creer que seres humanos -seres humanos que se ven como ellos y suenan como
ellos-sean capaces de comportarse de esa manera. Debido a que las buenas
personas siempre se niegan a reconocer la totalidad del MAL, hasta que
ya es demasiado tarde.
Una y otra vez nos preguntamos
por qué la gente en el mundo prefiere culparnos, cuando los hechos indican
claramente lo contrario. A lo largo y ancho del mundo, musulmanes fanáticos
masacran a otros musulmanes.
En Siria, en Iraq, en Libia,
en Nigeria, más niños son asesinados en una semana que los que mueren en
Gaza en una década. Cada semana, mujeres son violadas, homosexuales son
colgados y cristianos son decapitados. El mundo observa, manifiesta su
cortés condena, y vuelve obsesivamente a condenar a Israel por luchar por
nuestras vidas.
Algunas de las críticas
provienen del antisemitismo. Ha erguido su fea cabeza una vez más. A estas
personas les decimos: les vamos a dar lucha donde estén .Los tiempos en
que los judíos se escapaban de ti se han acabado. No vamos a callar frente
al antisemitismo y esperamos que cada vez más los gobiernos, en cada país,
que estén hombro con hombro con nosotros y luchen contra este mal con nosotros.
Otros críticos, tal vez más
iluminados a su entender, prefieren culpar sólo a nosotros de lo que sucede
en Gaza, porque saben que somos los únicos que los escuchamos. Ellos prefieren
centrar su ira sobre nosotros y porque saben que estamos comprometidos
con sus mismos valores humanos, los cuales Hamas rechaza: compasión por
los débiles, racionalidad, protección de las personas homosexuales, de
los derechos de la mujer, de la libertad de religión y la libertad de expresión.
No nos engañemos. El mal
está aquí. Está a nuestro alrededor. Pretende hacernos daño. El fundamentalismo
islámico es un MAL último, y al igual que el MAL que ya estuvo antes, ha
aprendido a usar todas nuestras herramientas contra nosotros: Nuestras
cámaras de televisión, los organismos internacionales, nuestros comités
de investigaciones y nuestro sistema legal. Así como el terror utiliza
cohetes y terroristas suicidas, utiliza nuestra incapacidad para aceptar
que alguien iría a sacrificar los hijos de su propio pueblo sólo para conseguir
un titular de apoyo o una fotografía llamativa.
De pie aquí, en este lugar,
quiero decir claramente que los líderes de Hamas, una organización terrorista
anti-occidental, anti-semita, no pueden estar a salvo mientras siguen atacando
a civiles inocentes. Tal como cada líder europeo haría, así como Estados
Unidos hizo con Osama Bin Laden, así vamos a perseguir a cada líder de
Hamas.
Este es el MAL al que
todos nos enfrentamos y al cual Israel se encuentra enfrentado en primera
fila. Europa debe saber, si nosotros fallamos en detenerlos, ellos vendrán
por ustedes .Debemos hacer todo lo posible para evitar el sufrimiento y
la muerte de inocentes, pero estamos en el lugar correcto para decirle
a todo el mundo: No vamos a subirnos al tren nuevamente. Nos vamos a proteger
del MAL total.
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