miércoles, 2 de agosto de 2017

Obamacare-Un puñal de doble filo Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD


Obamacare-Un puñal de doble filo
Gustavo Gonzalez Urdaneta, PhD

La ley, de siete años de edad, ha sobrevivido a las decisiones de la Corte Suprema y los intentos agresivos de extinguirla por los republicanos en el Congreso y la Casa Blanca. El Presidente Donald Trump prometió hacerlo apenas fue electo. Ocho meses después, los republicanos parecen haber hecho lo que los demócratas que aprobaron la ley nunca pudieron: hacerla popular entre la mayoría de los estadounidenses. Con seguridad, es la ley a la cual se le han opuesto más en intensidad y tiempo.
De hecho, el apoyo a la Obamacare ha aumentado desde las elecciones -en algunas encuestas, en forma abrupta- con más gente que la ve más favorable que desfavorablemente. El cambio en la opinión pública puede no significar tanto un amor recién descubierto como el temor de lo que podría reemplazarla.
En Mayo 2017, después de meses de acaloradas negociaciones, incluyendo dos intentos fallidos de lograr los votos dentro de su propio partido, la Casa de Representantes logro apenas pasar su primer reemplazo real conocida como el Acta del Cuidado de Salud Americana (AHCA); la cual tiene diversos motes, entre ellos, Trumpcare o Wealthcare pues favorece más a los ricos que a los verdaderos necesitados (seniors, discapacitados, pobres y condiciones preexistentes).
Los análisis de los expertos así lo confirman. Según las estimaciones de la organización Tax Policy Center, con esta ley el famoso 1% más rico se ahorraría 26.240 dólares de impuestos al año y el 0,01% más favorecido vería aumentados sus ingresos en 167.000 dólares. En comparación, el 80% más pobre del país no recibiría beneficio alguno. De hecho, la mayoría de ciudadanos perdería dinero, en forma de menos subvenciones -equivalentes al 37,4% de los ingresos del 10% más pobre- lo que llevaría a que 24 millones de personas se quedaran sin seguro médico en 10 años, según cálculos de la Oficina de Presupuestos del Congreso. Además, los costes no cubiertos de la mayoría de planes -el mínimo que tienen que pagar los ciudadanos de su bolsillo antes de poder acogerse al seguro- subirían unos 1.000 dólares de media. Según un analista conservador crítico, el Trumpcare "parece hecho por una caricatura de un rico con bigote y sombrero de copa”.
Los expertos coinciden en que el proyecto AHCA considerado está muy por debajo de las metas establecidas por el presidente Trump durante su campaña de 2016: Cobertura asequible para todos, bajar los deducibles y los costos de atención médica, mejor atención y cero recortes a Medicaid. Esto es debido a que consideran que el proyecto de ley actual, casi seguro reducirá la cobertura general de salud, aumentara los deducibles y eliminaría gradualmente la expansión de Medicaid. El reemplazo actual no llena las expectativas ofrecidas. 
Después de lograr el pase en la Casa de Representantes, el Acta ha sido objeto de varios meses de deliberación en el Senado, donde los legisladores de ambos partidos se han manifestado contrarios al trato dado en ella a los pobres, a los viejos y a los 24 millones amenazados de quedar sin cobertura. Cualquiera que sea el resultado de las negociaciones bipartidistas en curso respecto a la revocación y reemplazo de Obamacare, las mismas deben darle respuesta a los dos principales problemas subyacentes en el sector salud de los EE UU: Cobertura y costos.


De acuerdo a encuestas de Enero 2017, el 60% de los estadounidenses cree que es responsabilidad del gobierno asegurar el acceso a un cuidado de salud de calidad y costos asequibles. Una encuesta de 2014 sobre los sistemas de salud de 11 países desarrollados encontró que el sistema de salud de Estados Unidos era el más caro y el peor en términos de acceso a la salud, eficiencia y equidad.
La solución, como lo han propuesto algunos expertos, no es revocarlo y reemplazarlo sino abordar los defectos reales del sistema actual de salud, mejorar la atención y los costos y garantizar su cobertura total. La respuesta es arreglar el Obamacare en lugar de reemplazarlo. De otra forma corren un riesgo político mayor.
En tres recientes elecciones legislativas (2006, 2008 y 2010) en EE.UU., los norteamericanos han golpeado al partido que controla la Casa Blanca, dándole mayoría a la oposición en el Congreso. Tanto los republicanos Ronald Reagan y Dwight Eisenhower como los demócratas Harry Truman y Bill Clinton perdieron sus mayorías parlamentarias en las llamadas “elecciones de medio término”. Los comicios del 2018 son muy importantes para los republicanos, ya que hará apenas dos años  que ganaran la elección presidencial con mayoría en ambas casas.
Una encuesta reciente encontró que tres cuartas partes de los estadounidenses, e incluso la mayoría de los partidarios de Trump, quieren que el presidente y su administración hagan lo que puedan para hacer que la ley de salud actual funcione en lugar de esperar a que haga implosión para que pueda ser reemplazada. La política es extremadamente complicada en un Washington dividido y disfuncional, pero economistas, aseguradores, médicos y expertos en políticas de salud de todo el espectro político están de acuerdo en que abordar inmediatamente tres o cuatro deficiencias básicas en el sistema existente ayudaría mucho a hacer la ley más efectiva. Y financieramente estable.
Mientras no se aborde a conciencia el costo del sistema de salud, los políticos podrán seguir negociando revocar y reemplazar el Obamacare pero, estemos claro, no están tratando con la reforma del cuidado de la salud. Para alcanzar un sistema con una atención sanitaria de alta calidad y asequible, en el cual los costos no crezcan más rápido que el PIB, se debe analizar con conciencia el sistema fracturado actual de costos: hospitalización, honorarios médicos, medicinas y seguros.
El mayor costo es el correspondiente a los gastos de hospitalización a pesar de que muchos hospitales en todo el país están experimentando nuevas formas de ofrecer mejor atención a más bajo costo. Uno de los problemas fundamentales que muchos clientes de seguros enfrentan son los deducibles o las primas que están simplemente fuera de su alcance. Si hay un problema de atención médica que tanto los republicanos como los demócratas han jurado arreglar, es el aumento del costo de los medicamentos recetados. Es necesario regular la forma de pago de los honorarios de los profesionales de la medicina.
Un análisis serio de los costos del sistema, jamás se ha realizado por intereses de cada eslabón del sistema de costos. Dado el clima político actual en Washington, una orden ejecutiva para este análisis no tiene ninguna probabilidad de éxito. Es famosa la cita de un Presidente que le comentaba a uno de sus secretarios, si Usted logra saber dónde se encuentra una orden dada desde esta oficina, Usted merece estar en mi puesto.



Cobertura y costos. Esos son precisamente los  lados del puñal de doble filo que representa la revocación y reemplazo del Obamacare para la gestión de Trump y su administración.
Si el Obamacare muere en el Senado, como se puede esperar, aparentemente Trump y su administración no actuaran sino que, como lo ha dicho, dejara que haga implosión. La idea de derogar o esperar que haga implosión el Obamacare sin haber aprobado un reemplazo, según los expertos,  dejaría sin protección a 18 millones de estadounidenses durante el primer año hasta alcanzar los  32 millones de personas en 2026  y habría un  aumento  de  20 a 25%   en las primas durante el primer  año, que ascendería hasta 50% en 2020. Si logran revocarlo y reemplazarlo por el AHCA, en su mejor versión, no solo no satisface las expectativas ni aun de los propios republicanos, sino que los más afectados, precisamente, serán los grupos demográficos más propensos a votar a su partido: los mayores que no están aún jubilados, obreros que han perdido su empleo, mineros y habitantes de zonas rurales.
El miedo de sus representantes es que su aprobación les supondría una catástrofe electoral en 2018, similar a la que vivieron los demócratas en 2010. Los republicanos saben que “un voto” en contra dejaría en entredicho el futuro de la legislatura y, en particular, la imagen de Trump como "el gran negociador".  El propio presidente ha dicho que la reforma sanitaria ni siquiera era su prioridad, que él lo que quería era centrarse en las grandes reformas fiscales que había prometido pero que necesitan los recortes de impuestos que lleva incluidos el Trumpcare para sacar adelante la reforma fiscal. Y cuanto más difícil parece su aprobación, más se ha involucrado Trump, hasta el punto de poner su credibilidad y su poder sobre su partido en juego. En una reunión de partido, Trump dijo que esta era su mejor y única oportunidad de derogar el Obamacare y pronosticó que muchos "perderían sus escaños" en las próximas elecciones si no se aprueba el proyecto.    
En ambos casos, implosión o AHCA, la masa de ciudadanos afectados, a través de sus constituyentes, se harán sentir en las elecciones del 2018 con la posible pérdida del control legislativo.  Mejor reparar que reemplazar.  

GEGU/30.7.17