EN NUESTRO
NOMBRE, EN EL NOMBRE DE DIOS Y LAS TRES DIVINAS PERSONAS: PADRE, HIJO Y
ESPÍRITU SANTO LES DESEAMOS A NUESTROS FAMILIARES Y AMIGOS UNA FELIZ NAVIDAD 2021 Y UN PRÓSPERO Y
FELIZ AÑO NUEVO 2022.
OREMOS A DIOS POR LA PAZ DEL MUNDO Y QUE EL AMOR REINE EN LOS CORAZONES EN ESTA
NAVIDAD Y QUE TODA LA FAMILIA PERMANEZCA UNIDA.
QUE LA ESTRELLA DE JESÚS RECIEN NACIDO ILUMINE
VUESTRAS VIDAS TRAYENDO AMOR, PAZ Y FELICIDAD A TU CORAZÓN.
SOLO TU SEÑOR DEL CIELO, DEL UNIVERSO, PUEDES DETENER
ESTA PESTE QUE HA LLEGADO A NUESTRO MUNDO Y TE PEDIMOS NUESTRO DIOS QUE LA
ERRADIQUES DE LA FAZ DE LA TIERRA. AMÉN.
"AMIGOS
SON LOS QUE EN LAS PROSPERIDADES ACUDEN SI SON LLAMADOS, Y EN LAS ADVERSIDADES
SIN LLAMARLOS".
"EL HOMBRE ENCUENTRA A DIOS DETRAS DE CADA PUERTA
QUE LA CIENCIA LOGRA ABRIR " (EINSTEIN)
Twitter:
@ramm2011
FRIENDS ARE THOSE WHO
IN THE PROSPERITY COME IF THEY ARE CALLED, AND THE ADVERSITY WITHOUT CALLING
THEM.
MAN FINDS GOD BEHIND
EVERY DOOR THAT SCIENCE MANAGES TO OPEN (EINSTEIN)
http://robertoaugustomm.blogspot.ca/
EL BLOG DE ROBERTO MARTIN
http://www.ramartinm.blogspot.ca/
http://ramminternational.blogspot.ca/
http://cayonuestro.blogspot.ca/
http://bolivariano2015.blogspot.ca/
http://robmart2011.blogspot.ca/
https://libropasionhipicaramm1943.blogspot.com/
https://robmart2011.blogspot.ca/
Jesús nunca es indiferente ante el sufrimiento
del ser humano, él se compadece y se ocupa para dejar sentir su amor y su mano
sanadora. Dos acciones concretas:
Jesús nos cura de las dolencias del espíritu y
del cuerpo, además nos da el alimento de su cuerpo y sangre que nos llena de
fe, esperanza y amor para no desmayar por el camino de la vida que es duro y
escabroso. Que bello si nosotros comprendiéramos que sólo quien confía sus
enfermedades, su soledad, su tristeza, su desesperanza en Cristo sale más
rápido de lo malo. Dejémonos tocar por la mano sanadora de Dios y
alimentemos nuestra vida con el cuerpo de Cristo y saldremos llenos de fe y
alegría para poder ayudar a nuestros hermanos.
LA BENDICIÓN DE LA NAVIDAD
(RGC)
“Podemos
no creer en los testimonios bíblicos, ni en los nutrientes religiosos de
nuestra cultura. Podemos sembrarnos de energía positiva y sentir que somos, por
sí mismos, todo lo que el mundo vale. Ser orgullosos y engreídos, posesos de
nuestra propia vitalidad, despreciativos con respecto al otro, desbordados ante
la naturaleza y enaltecidos ante lo que vemos de la humanidad.
Podemos ser así y no mirarnos, de verdad, en el espejo del día a día. No ver
los ojos de quienes nos aman, ni sentir sus besos, ni responder a las
bendiciones que nos dan. Pero no podemos negar que tenemos un alma, un
espíritu, un halo misterioso, un no sé qué de cordura interior que nos empuja a
creer en la palabra ajena, en su propuesta, en la mano extendida, en la sonrisa
voluntaria, en el movimiento rítmico de quien invisiblemente nos acompaña y
descubrir entonces que hay una razón superior para que nos llamen hombre.
Incluso, cuando odiamos, somos hombre –hombre y mujer-- y porque lo
somos, amamos, muy sutilmente, pero amamos, a quien odiamos. El hombre no se
puede rechazar a sí mismo. Es solidario con la creación. La naturaleza es Dios.
Todas las flores del mundo, todas las aguas, todo el sol, todo lo que anda a
nuestro alrededor, lo que vive, brota y muere a cada instante, es la obra de
Dios, de la naturaleza. Y toda esta pequeña grandeza parece concentrarse,
impávida, incólume, radiante, en estos últimos días de cada año. Es la
bendición de la Navidad. Volvemos a encontrarnos y aun cuando nos damos cuenta
que lo que no existe es lo que creemos que es el pasado, porque siempre está
presente y camina a nuestro lado, esperamos la llegada inmediata del futuro.
¡Que Dios te Bendiga, hermano y que nos ayude a seguir estando juntos, para
siempre! Feliz Navidad.”
Dichoso tú, Tomás
Dichoso tú, Tomás, que viste las llagas y quedaste tocado; te
asomaste a las vidrieras de la misericordia y quedaste deslumbrado; palpaste
las heridas de los clavos y despertaste a la vida; metiste tu mano en mi
costado y recuperaste la fe y la esperanza perdidas. Pero, ¿qué hicieron
después, Tomás, tus manos?
Ahora, ven conmigo a tocar otras llagas todavía más dolorosas.
Mira de norte a sur, de izquierda a derecha, del centro a la
periferia, llagas por todos los lados:
las del hambriento, las del emigrante, las del parado, las
del sin techo, las del pobre pordiosero, las de todos los fracasados. ¡Señor
mío!
Las del discapacitado, las del deprimido, las del
accidentado, las del enfermo incurable, las del portador de sida, las de todos
los marginados. ¡Dios mío!
Las del niño que trabaja, las del joven desorientado, las del
anciano abandonado, las de la mujer maltratada,
las del adulto cansado, las de todos los explotados. ¡Señor
mío! Las del extranjero, las del refugiado, las del encarcelado, las del
torturado, las de los sin papeles, las de todos los excluidos. ¡Dios mío!
¿Quieres más pruebas, Tomás? Son llagas abiertas en mi cuerpo y no basta rezar:
¡Señor mío y Dios mío! Hay que gritarlo y preguntar por qué; hay que curarlas
con ternura y saber; hay que cargar muchas vendas, muchas medicinas... ¡y todo
el amor que hemos soñado! ¡Trae tus manos otra vez, Tomás!
No hay comentarios:
Publicar un comentario